A veces, muy pocas veces, ocurre algún “milagro” en este Mare Nostrum de costas urbanizadas casi hasta pie de playa, como que en pleno mes de agosto uno pueda llegar a ver algo interesante de lo que la mar guarda en sus entrañas y, sobre todo, que perdure el tiempo suficiente para constatarlo y que no sea literalmente arrasado por paseantes, mascotas y máquinas limpiadoras.
Para que tenga lugar todo ello deben confluir varios factores: 1. Una fuerte bajada de la presión atmosférica para que el mar avance. 2. La colaboración del viento de levante para que forme olas más numerosas y de mayor tamaño y así llegue el mar a apoderarse literalmente de la playa; 3. La existencia de corrientes que muevan el fondo marino, lo revuelvan y sean después las olas, cuando la mar se retira, las que se encargan de depositar en la orilla algunos restos de los seres que habitan en sus fondos. 4. Bandera roja.
Y madrugar. Y llevar los ojos de mirar, ver y analizar. Y en la mochila, la cámara fotográfica y la paciencia. Paciencia para cuando empiezan a aparecer los merodeadores de intereses ajenos, que se paran y preguntan cosas como esta: ¿y eso se puede comer?, –aunque se trate de una pequeña medusa, de un alga o de un gusano-, y por si acaso, con ese afán suyo de arrebatar lo que no tenían pensado coger, se llevan muestras de lo que uno estaba fotografiando.
Paciencia también con los que pasean a esas horas, solos o con sus perros, que no hacen nada por desviar ni un ápice su ruta y utilizan de alfombra crepitante lo que hasta entonces era para mí un tesoro de vida. Y en pocas horas, cuando la marea humana del mediodía haya conquistado la orilla, quedará todo convertido en un amasijo de trozos de finas porcelanas por mil veces pisadas.
En el paseo de esta mañana pude comprobar que no quedaba ni rastro de los restos dejados por la mar ayer. Las máquinas limpiadoras, cumpliendo con su misión, llegaron hasta la misma orilla del mar.
En esta imagen se pueden apreciar algunos moluscos bivalvos, dos erizos irregulares y restos de la fanerógama marina Posidonia oceánica.
Fotografias obtenidas en el día de ayer en la playa de l’Aigua Morta (Oliva)
Muy bellas imágenes y espléndida información.
Supongo que ya no te sorprenderán esos pisotones destructivos o el afán de limpieza indiscriminada.
Primero, tus conocimientos en estos asuntos nos dejan una sana envidia. Por mi parte, llevaré más cuidado con lo que piso. Esto también me conviene debido a que las colillas y residuos de todo tipo, hablan por sí solos.
Después, ante la ignorancia, es frecuente que contrapongamos arrogancia, en este y en muchos otros asuntos.
Celebro que saques a colación estas situaciones.
Saludos.
Mucha razon llevas en este bonito relato, en el que el mar nuevamente es protagonista. Lo que para unos es un tesoro para otros basura. Bonita foto con el mar espumeante apoderandose de laa playa. Y que ilustrativa la otra fotografia con esos restos depositados en la arena. Me encantan.
Esta vez quise abstenerme de incorporar una fotografía de la basura que aparece junto con los restos de seres marinos, botón de muestra de lo que han convertido los seres humanos el fondo del mar: un basurero.
Y las playas, la duna, los aparcamientos, el campo: restos de botellas de todo tipo, pañales de niños, plásticos y más plásticos, etc. , que podían llevarse consigo en sus bolsas, en sus coches, o debajo del brazo hasta su casa o el contenedor de basura.
Y colillas… tienes razón Rafael, desde que me quemé con una (creyendo que era el picotazo de una avispa) paseando por la orilla del mar, ahora les temo más que a los himenópteros y, casi tanto como a los perros sueltos. (Otro asunto para tratar).
Y termino con estas palabras: Arrogancia (coincido contigo, Rafael), insolidaridad, y mala educación. Creo que a día de hoy la ignorancia en todo esto no existe, ya que se conocen las normas pero las incumplen.
Como siempre, gracias. Como ya podéis saber, me gusta debatir.
Un abrazo.
Bueno, parece que está todo dicho, pero si toca denunciar yo me sumo a ello; nuestro planeta está convertido en un auténtico basurero, a pequeña y gran escala, da igual que sea el mar, la tierra o el aire. Nunca hubo tanta información, tanto intento de concienciación por salvar la calidad del aire, por no terminar con las selvas, por preservar la deforestación producido por los fuegos intencionados, etc. El efecto invernadero es una realidad. Los poderosos se tapan los ojos y los oídos, con dólares aún más poderosos.
Todos sabemos que valen casi nada estos pequeños «pataleos» que tenemos, pero por otro lado, si cada uno de nosotros hacemos lo que está en nuestras manos por salvaguardar la Naturaleza, algo, creo yo, que contribuiremos a él.
Un saludo. a todos.