La lluvia fina de una niebla abatida sobre la naturaleza me sorprendió esta vez paseando por una ribera fluvial. En una mano, el paraguas abierto y en la otra, la cámara… y ¡a disparar! Lo confieso, no creí que me fueran a salir las fotos. Pero aquí os las dejo; vosotros juzgáis.
Las siluetas y las tonalidades sobrias de la vegetación ribereña en perfecta armonía con el gris ambiental reflejada en el agua, el encanto misterioso del movimiento circular de cada gota de lluvia caída en su superficie calmada, los diferentes términos de profundidad creados sobre sus aguas… forman hermosos cuadros impresionistas.